CARVER, Raymond
Tres rosas amarillas - Anagrama (Panorama de narrativas)
1ª edición, 1989
160 p., 12x19 cm.
ISBN: 84-339-3175-X
Tres rosas amarillas - Anagrama (Panorama de narrativas)
1ª edición, 1989
160 p., 12x19 cm.
ISBN: 84-339-3175-X
He leído el cuento «Tres rosas amarillas» del libro del mismo nombre de Raymond Carver y me quedo con la sensación certera de haber asistido a la lectura de una verdadera obra de arte.
Por ese milagro de las bibliotecas públicas recaló en mis manos la primera edición de la traducción castellana, que la Editorial Anagrama, en su colección Panorama de narrativas, tuvo a bien a publicar apenas unos meses después de la edición original: en 1989. De la información de la página de créditos, compruebo que los relatos incluidos en el libro formaron parte, como «New Stories», de la antología de Raymond Carver Where I’m Calling From (Atlantic Monthly Press, New Cork, 1988) y se publicaron como libro unitario en Inglaterra con el título Elephant and Other Stories (Collins Stories Harvill, Londres, 1988).
Descubro, por tanto, que debió de ser el traductor, Jesús Zulaika, quien propuso el título del libro, con una práctica bastante común de titular las antologías de cuentos con el de la narración que cierra el ejemplar, y que sin ir más lejos me recordó Aeropuerto de Funchal de Ignacio Martínez de Pisón.
Aprendo también que la portada es de un tal Julio Vivas, que aprovecha una ilustración de Pierre Le-Tan. Curiosamente si tuviera yo que proponer cuadros para ilustrar los cuentos de Carver, habría escogido las obras del Pintor Lucien Freud, de quien se dice que «trabaja lentamente, deliberadamente, limpiando su pincel en un paño después de cada movimiento».
Desesperadamente busco en Internet, con la mediación de San Google, una versión original del cuento, en lengua inglesa; pero la Red sólo se apiada de mí para indicarme el título original que propuso el autor: «Errand» (‘recado’), algunas entradas de bitácoras y una ingente información del autor y de su obra.
De la lectura del resto de cuentos del volumen llego a la conclusión de que nuestro «Tres rosas amarillas» o «Recado» es algo excepcional, no solo en términos de calidad literaria sino que constituye una obra diferente del conjunto. Los críticos se afanan en etiquetar a Carver dentro del «minimalismo» y lo consideran el padre del dirty realism o «realismo sucio». Algunos formulan la llamada «polémica Lish», que, en resumidas cuentas, denuncia que el editor Gordon Lish no solo daría consejos a Carver, sino que llegaría a reescribir párrafos enteros de sus cuentos e incluso cambiaría algunos de los finales. Yo percibo en el cuento en cuestión un lujo de detalles, un huir de la sobriedad que caracteriza al resto de su obra, un final cerrado y redondo con salto temporal incluido. Para mí el resto de cuentos de R. Carver, por lo menos los de este volumen, retratan una serie de anónimos perdedores de una sociedad típicamente americana coetánea a la de su autor. Podríamos incluso afirmar que crea ese ambiente permaneciendo impasible e imparcial, sin tomar partido, sin pretender producir emociones, aunque el lector las saca de ese universo fríamente aséptico: limpieza narrativa, de personajes, de espacios, de tiempo, de adjetivos y ausencia de finales. En el cuento que cierra el libro, hay intensidad emotiva: nuestro autor se nos «moja» y enreda los puntos de vista. La complejidad narrativa y técnica es infinitamente mayor en esta obra. Las diferencias son marcadas si nos percatamos que en el resto de cuentos del mejor cuentista norteamericano (estadounidense) de finales del sigo xx predomina la sincronía y aquí vemos diacronía. Lo que resulta evidente, porque vemos una excusa de tema histórico. Además, nadie se preocupa de las fuentes en el resto de relatos de Carver; sin embargo, en nuestro relato existe una fuente indiscutible, una biografía de Chejov obra de Troyat, de cuyo libro Carver «extrajo» todos los detalles históricos e incluso «citas» literales. ¿Se puede hablar de plagio? Por supuesto que no, pero sin duda que la obra analizada es la más madura de las obras del autor, la más postmoderna, la más filosófica, la que incide en el tema metaliterario por excelencia: el de lograr separar la historia de la ficción[1].
Paradójicamente, Carver logra su obra más perfecta y redonda, en el momento que permítanme el juego de palabras en inglés macarrónico— convierte una «short story» en «big History». Él, que hizo de anécdotas verdadera joyas narrativas, da un salto mayor al crear con materiales históricos (contrastables) materia literaria de calidad. Se alcanza lo sublime al lograr superar lo meramente particular: de la anécdota llegamos a una verdad universal.
[1] Para profundizar en el tema, recomiendo la atenta lectura de Media docena de robos y un par de mentiras, de Mercedes Abad, donde la autora ironiza con falsos plagios.