Acabo de leer un libro apasionante: Perdón(,) imposible, de José Antonio Millán. No se trata de un libro de ficción, pero sí de aventuras: de la apasionante aventura de “puntuar” textos. Como en toda aventura, podemos llegar a buen fin o sucumbir en el intento. El libro nos muestra que es infinitamente más importante un error de puntuación que una falta de ortografía, de cambio de grafía por ejemplo. Hoy en día, en que las nuevas generaciones, consumidoras del messenger y los mensajes sms, se acostumbran visualmente a considerar inútiles los acentos y las reglas ortográficas, vale la pena que alguien nos recuerde que un texto con errores en los signos de puntuación puede convertirse en ilegible o, peor incluso, que induzca a una interpretación que no se pretendía.
El título proviene de una anécdota atribuida a Carlos V, quien ante una sentencia que tenía que ratificar y que decía así: «Perdón imposible que cumpla su condena», se sintió generoso e añadió una coma, detrás de “perdón”: «Perdón, imposible que cumpla su condena»; con lo cual al reo se le liberaba de la pena. Si la coma se coloca detrás de “imposible” el mensaje es totalmente diferente: «Perdón imposible, que cumpla su condena». Esta misma anécdota se incluye en el libro para niños, ¡Me como esa coma!, del mismo autor con la inestimable colaboración del ilustrador Emilio Urberuaga (el mismo de Manolito Gafotas) y más ingeniosas frases donde una simple coma “ilustra” contextos diferentes. Yo recomiendo la lectura y aprovechamiento de ambos libros.
También yo conocía una frase que sin duda se trata de una leyenda urbana. Yo, sin embargo, la presento como real y afirmo que obligó al diario La Vanguardia a pagar una generosa multa a la Casa Real, pues se trataba de un titular que decía: «PORCIOLES SALUDA AL REY Y VIOLA A LA REINA». La anécdota parte de la homonimia del que llegó a ser alcalde de Barcelona, aunque en la frase sería teniente de alcalde. No quiero perder el tiempo en pensar que probablemente los actuales reyes de España eran príncipes tutelados por el franquismo. Una simple coma habría enmendado la ambigüedad: «PORCIOLES SALUDA AL REY Y VIOLA, A LA REINA».
(En Internet encuentro lo siguiente, que ofrece más visos de verosimilitud: «En el tardofranquismo, cuando ejercía de ministro del Interior Manuel Fraga Iribarne y de alcalde de Barcelona Joaquín Viola –brutalmente asesinado en 1978-, los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, visitaron la llamada ciudad condal. Una publicación humorística tituló más o menos de esta forma: “Fraga recibe al Rey y Viola a la Reina”. Sufrió un secuestro».)
También un alumno mío se acordó de que otro profesor le había contado un chiste que ejemplifica la importancia de las comas:
«Un 31 de diciembre, llega la esposa a casa y se dirige a su marido:
—Cariño, ¿te has acordado de felicitar a mi madre por nochevieja, que este año no la pasamos juntos?
—No —contestó su cónyuge, pero acto seguido se levanta decidido del sofá y marca el número de su suegra—: Feliz noche, vieja”»